
Ya es bien sabido que la sociedad mexicana es mediáticamente vulnerable, esto es, que una vez que una imagen o producto se vuelve comercialmente aceptable en el mundo, en nuestro país sencillamente siempre existirá un sector o nicho social que lo consuma.
Cualquiera que sea el origen de esta situación, ya sea la riqueza cultural que prolifera en este nuestro México, o bien, la indiferencia hacia la información veraz que impera en la población en general, hacen del nuestro, el ambiente idóneo para que sobretodo los fenómenos y experimentos musicales se conviertan en una verdadera explosión comercial dentro de este laboratorio de sueños. Este es el caso de la hoy por hoy famosísima onda "emo", movimiento que es malentendido en fondo y forma.
Y es que más allá de un peinado de lado y unos pantalones entubados, existe, sobretodo, música que por poco más de veinte años lleva enriqueciendo este movimiento de origen norteamericano, alimentando, entonces sí, una actitud y simbología que lo hacen diferentes de otros, como en el caso de la lírica de las canciones y el perfil depresivo que provocan estas melodías.
Depresión, incomprensión, soledad, indecisión, desesperación, enamoramiento, frustración, desamor, música, amigos, fiestas y poco dinero son algunas de las palabras clave para entender el desarrollo de esto que algunos llaman también tribu urbana. Cuando un segmento de población adopta tal o cual imagen y tipo de música para adaptarlas a sus características propias. Ahora haciendo un análisis básico, ¿en qué segmento podemos encontrar todos estos adjetivos? ¡Claro!, en los adolescentes, etapa de la que nadie se salva, muy disfrutable pero igualmente insufrible.
Cómo se amalgamaron la ideología y los fenómenos culturales-literarios que este grupo consume.
Y es precisamente en este periodo donde el joven, en plena pubertad, abre sus ojos al mundo, se da cuenta de que hay crueldad, amor, sexo, desafíos; sabe que debe tomar un camino, pero no entiende cuál.
Lo que sí logra comprender es que no quiere ser igual a los demás, y decide hacer algo al respecto, así que se reúne en un grupo que coincida con su manera de pensar, se colocan un suéter rayado, un poco de delineador negro en los ojos, mucho gel en el largo fleco que tapa sus rostros, My Chemical Romance en el ipod que sus papás les regalaron en navidad, y así salen a pasear a la Zona Rosa o Coyoacán. Varios los voltean a ver (algo muy valorado por el adolescente), algunos los identifican como "emo’s".
Tienen cabida en la contracultura, desechan los rasgos racistas, les gusta leer y practicar el socialismo y comunismo (tema aún muy explotado en las preparatorias y bachilleratos), dan cabida a otros segmentos malentendidos, como ellos llaman, así que podemos encontrar a muchos "emo’s" que también serán homosexuales, o personas con desordenes de alimentación; en fin, todo aquel que se jacte de tener un problema emocional que no rebase los 20 años o los 50 kilogramos tiene cabida en este movimiento.
Cómo se amalgamaron la ideología y los fenómenos culturales-literarios que este grupo consume.
"Still" the la película "The Crow" dirigida por Alex Proyas
Casi no ven la tele, muchos son afectos a la cultura manga, o caricaturas japonesas, y son fanáticos de las películas de Tim Burton y todo lo que tenga que ver con el film de "El Cuervo". Son felices estando tristes, o en "su mundo" como le llaman, así que permanecerán abstraídos detrás de un par de audífonos. Algunas veces, cuando el dolor emocional es mucho, los veremos auto flagelarse.
Pero cuando están celebrando o son felices, les gusta demostrar su afecto en público y de manera grupal, así que no nos caiga en raro ver de pronto grupos de jóvenes besándose unos con otros sin importar si sean parejas o no. Bien o mal, no es trabajo de la sociedad juzgarlos, más bien, como en todos tiempos, será trabajo del núcleo primario, la familia, y el individuo mismo, simplemente vigilar que una actitud no se salga de control.
Esta es la historia de cómo los adolescentes mexicanos encontraron, por fin, un lugar donde se sintieron cómodos. Los antepasados fundadores del "emo" seguramente no se sentirán muy felices de lo que sus nietos han hecho con su creación, pero igual los dejarán ser felices, pues finalmente, los emo, punks, metaleros, rockeros, skatos, hippies o darks no son más que eso, lugares para estar y sentirse bien, ya sea por poco o mucho tiempo.
Cualquiera que sea el origen de esta situación, ya sea la riqueza cultural que prolifera en este nuestro México, o bien, la indiferencia hacia la información veraz que impera en la población en general, hacen del nuestro, el ambiente idóneo para que sobretodo los fenómenos y experimentos musicales se conviertan en una verdadera explosión comercial dentro de este laboratorio de sueños. Este es el caso de la hoy por hoy famosísima onda "emo", movimiento que es malentendido en fondo y forma.
Y es que más allá de un peinado de lado y unos pantalones entubados, existe, sobretodo, música que por poco más de veinte años lleva enriqueciendo este movimiento de origen norteamericano, alimentando, entonces sí, una actitud y simbología que lo hacen diferentes de otros, como en el caso de la lírica de las canciones y el perfil depresivo que provocan estas melodías.
Depresión, incomprensión, soledad, indecisión, desesperación, enamoramiento, frustración, desamor, música, amigos, fiestas y poco dinero son algunas de las palabras clave para entender el desarrollo de esto que algunos llaman también tribu urbana. Cuando un segmento de población adopta tal o cual imagen y tipo de música para adaptarlas a sus características propias. Ahora haciendo un análisis básico, ¿en qué segmento podemos encontrar todos estos adjetivos? ¡Claro!, en los adolescentes, etapa de la que nadie se salva, muy disfrutable pero igualmente insufrible.
Cómo se amalgamaron la ideología y los fenómenos culturales-literarios que este grupo consume.
Y es precisamente en este periodo donde el joven, en plena pubertad, abre sus ojos al mundo, se da cuenta de que hay crueldad, amor, sexo, desafíos; sabe que debe tomar un camino, pero no entiende cuál.

Lo que sí logra comprender es que no quiere ser igual a los demás, y decide hacer algo al respecto, así que se reúne en un grupo que coincida con su manera de pensar, se colocan un suéter rayado, un poco de delineador negro en los ojos, mucho gel en el largo fleco que tapa sus rostros, My Chemical Romance en el ipod que sus papás les regalaron en navidad, y así salen a pasear a la Zona Rosa o Coyoacán. Varios los voltean a ver (algo muy valorado por el adolescente), algunos los identifican como "emo’s".
Tienen cabida en la contracultura, desechan los rasgos racistas, les gusta leer y practicar el socialismo y comunismo (tema aún muy explotado en las preparatorias y bachilleratos), dan cabida a otros segmentos malentendidos, como ellos llaman, así que podemos encontrar a muchos "emo’s" que también serán homosexuales, o personas con desordenes de alimentación; en fin, todo aquel que se jacte de tener un problema emocional que no rebase los 20 años o los 50 kilogramos tiene cabida en este movimiento.
Cómo se amalgamaron la ideología y los fenómenos culturales-literarios que este grupo consume.
"Still" the la película "The Crow" dirigida por Alex Proyas
Casi no ven la tele, muchos son afectos a la cultura manga, o caricaturas japonesas, y son fanáticos de las películas de Tim Burton y todo lo que tenga que ver con el film de "El Cuervo". Son felices estando tristes, o en "su mundo" como le llaman, así que permanecerán abstraídos detrás de un par de audífonos. Algunas veces, cuando el dolor emocional es mucho, los veremos auto flagelarse.
Pero cuando están celebrando o son felices, les gusta demostrar su afecto en público y de manera grupal, así que no nos caiga en raro ver de pronto grupos de jóvenes besándose unos con otros sin importar si sean parejas o no. Bien o mal, no es trabajo de la sociedad juzgarlos, más bien, como en todos tiempos, será trabajo del núcleo primario, la familia, y el individuo mismo, simplemente vigilar que una actitud no se salga de control.
Esta es la historia de cómo los adolescentes mexicanos encontraron, por fin, un lugar donde se sintieron cómodos. Los antepasados fundadores del "emo" seguramente no se sentirán muy felices de lo que sus nietos han hecho con su creación, pero igual los dejarán ser felices, pues finalmente, los emo, punks, metaleros, rockeros, skatos, hippies o darks no son más que eso, lugares para estar y sentirse bien, ya sea por poco o mucho tiempo.